Si trabajas en una consultora de Comunicación tu mayor dilema no es el de ser o no ser, sino el de emplear el sudor de tu frente para ganarte el pan o trabajar por amor al arte. Yo tengo la suerte de que en la mía, hemos decidido hace mucho no trabajar gratis, pero me consta que muchos colegas y amigos lo hacen con regularidad en sus empresas.
El problema es que, al parecer, los “amantes del arte” abundan y son muchas las “invitaciones” a concursos en las que te dan la oportunidad de ser creativo, pensar aproximaciones originales a problemas concretos, idear acciones… y brindárselas graciosamente a un cliente potencial de manera gratuita con la esperanza de que quizás sea tu agencia la elegida… para llevar a cabo las mejores ideas de entre todas las concurrentes.
El otro día Sir Martin Sorrell, CEO de WPP, y uno de los grandes lideres mundiales de esta industria de la publicidad y las relaciones publicas, manifestaba en un foro de comunicación que las compañías de comunicación deberían recibir remuneración por las propuestas presentadas en concursos convocados por potenciales clientes ya que “están ofreciendo su principal activo – el capital intelectual- gratis”. No puedo estar más de acuerdo.
Sin embargo, estaría muy bien que el Sr. Sorrell predicara con el ejemplo o como decimos en España además de “predicar diera trigo” y diera instrucciones a las muchas agencias que dependen de sus órdenes para que no hicieran trabajos gratis. Aunque parece que no va a ser así, porque el propio Sorrell, propietario consultoras de comunicación y agencias de publicidad líderes en muchos mercados, admite que la situación no tiene visos de mejorar, ya que ‘siempre habrá alguien que prepare un pitch gratis’. Y yo añadiría que, para más INRI, algunas empresas de publicidad cobran a sus clientes por convocar concursos entre agencias de comunicación – arduo trabajo donde los haya- mientras que se asombran si una consultora declina su amable invitación para concursar. ¿Pero cómo es posible? te dicen y no salen de su asombro cuando les explicas que preparar un concurso es un trabajo bastante más duro que convocarlo y que, por eso mismo, si ellos cobran por su trabajo deberían entender que tú cobres por el tuyo.
