“Las organizaciones son crecientemente diversas en cuanto a los perfiles y a las características de las personas que las componen. No puede ser de otra forma: la diversidad no deja de aumentar en la sociedad y entre los clientes; lo que ocurre fuera o tiene reflejo dentro o la organización no es sostenible.
Otras culturas, otros idiomas, otros valores, generaciones y orientaciones diferentes, capacidades distintas… La diversidad es un hecho; “revueltos” ya estamos. Más allá de las consecuencias sociales que ello supone -y que son una de las causas que están agriando el debate político de Occidente-, para las empresas esta situación supone un reto: conseguir que lo inevitable -sea o no deseado- reporte beneficios”.
Puedes leer el artículo completo aquí.