El cambio de poderes

Don Drapper, ese personaje de ficción de la serie Madmen, que nos muestra a través de la pequeña pantalla la época de oro de la publicidad de los años 60, señalaba en una de sus frases lo siguiente: “Las personas nos dicen quiénes son, pero lo ignoramos porque queremos que sean lo que nosotros queremos que sean”. Hoy en día podemos decir que sucede totalmente lo contrario, es el propio  consumidor, y en mayor medida el poder que ejerce sobre la publicidad, quien demanda a los profesionales cómo tienen que ser las campañas creativas que las marcas han de realizar para su fidelización. No cabe duda de que el mundo en que convive ahora mismo la publicidad  está cambiando y necesita aprovecharse de las nuevas herramientas en orden a poder desplegar su innegable fuerza mediática.

La actividad publicitaria se encuentra ante un entorno diferente en el que sus principales agentes, públicos y marcas, se adjudican nuevos roles. Nos encontramos con un consumidor que tiene el poder y ejerce una gran influencia sobre la aceptación o sobre la no aprobación de las acciones publicitarias desarrolladas por las marcas. Los distintos targets se localizan en los medios sociales, desde donde comparten información e inquietudes y viven nuevas experiencias con las marcas tomando ellos el control. Por su parte, la publicidad ha de adaptarse a este cambio y ponerse a los pies del consumidor con campañas que posean un poder comunicativo que enganche a los distintos públicos y los haga partícipes de la acción publicitaria. Del mismo modo, las marcas han de conocer las nuevas inquietudes de sus públicos dentro del nuevo entorno social en el que se encuentran y aprovechar la oportunidad de interactuar con ellos para crear relaciones duraderas con el consumidor. Su comunicación ha de explorar los nuevos contenidos y tendencias que se dan dentro de él.

Por tanto, está claro que  cada vez existe una mayor implicación del consumidor en su relación con las marcas, y que sí la estrategia publicitaria engancha con los públicos objetivo, se conseguirá que los distintos públicos continúen la labor de comunicación, reforzando así la actuación de la marca. Serán los propios consumidores quienes crearán un nuevo mensaje y lo difundirán en los medios sociales, ya que la gente confía más en lo que le dice una persona de su entorno que en lo que le muestra un anuncio. El nuevo círculo construirá, de esta forma, nuevas historias y el consumidor se convertirá en el mejor embajador de la marca.

Es por ello, que cada vez la comunicación publicitaria tiende al desarrollo de campañas que reflejan las emociones de la gente, creando una unión entre las marcas y sus públicos que consigue, de este modo, captar la confianza del consumidor. En la actualidad, vemos una publicidad más sensible y cercana con campañas que cuentan historias reales, que provocan sensaciones y  calan dentro de las personas.  Algún ejemplo es el spot llevado a cabo por una conocida marca de refrescos, premiada en el Festival Iberoamericano de la Comunicación Publicitaria de San Sebastián, que relata a través de imágenes recogidas por cámaras de seguridad los buenos momentos del día a día, alcanzando miles de reproducciones y  menciones en las redes sociales. Esto nos muestra que las marcas, en el nuevo ámbito donde el consumidor tiene el timón, consiguen potenciar su imagen entre sus públicos y lograr una presencia diaria en sus vidas, no solo con el producto sino también con la experiencia de la que le han hecho  participe. Al consumidor le gusta ser el protagonista de las acciones publicitarias y demanda, con mayor insistencia campañas virales, prácticas que cada vez inundan más nuestras vidas y que realmente funcionan.

En definitiva, el éxito de la estrategia publicitaria hoy en día está en conjugar el interés de la marca y sus públicos a través de acciones que impliquen una mayor participación e interacción entre ellos, y provoquen una experiencia única que demande compartirla en el nuevo entorno social. En este sentido, no queda otra opción que asumir que son los consumidores quienes marcan las directrices. Beneficiarse de la ventaja competitiva que ello nos ofrece y adaptarse a la nueva situación parece una premisa de obligado cumplimiento en nuestros días. Por ello, y parafraseando de nuevo a Don Drapper, “el cambio no es bueno ni malo, es simplemente cambio”.

Por Teresa Rubido, consultora.

@TeresaRVidal

 

 

Foto: Carson Ting

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