Desde hace algún tiempo tengo la extraña sensación de que en Comunicación empresarial muchos están dejando de lado cosas importantes para primar otras que, sin dejar de serlo, deberían ocupar un segundo escalón de las prioridades.
Defiendo la importancia de adaptar los mensajes a los tiempos que corren y también aprovechar todos los canales disponibles para hacer llegar esos mensajes a nuestros públicos objetivo de la forma más eficiente. Hoy en día las redes sociales y la web 2.0 se perfilan como una parte importante para relacionarse con nuestros stakeholders, pero no son el todo.
La clave está en poner el acento en lo realmente importante: la creación de estrategias de comunicación globales dirigidas a personas. ¿Cómo puede tener éxito una acción o un Plan de Comunicación sino se tiene presente que los destinatarios son personas? Pues lamentablemente eso está pasando.
Se nos olvida, por ejemplo, que en la gestión de la comunicación de un ERE o un ERTE o cualquier otra medida de “flexibilización laboral” lo importante es hacer llegar a las PERSONAS la información suficiente como para que los rumores no proliferen o que el clima laboral no se ensombrezca tanto como para tener que añadir un problema más, a la más que seguro, amplia lista que ya teníamos.
De poco servirá que tengamos una estrategia estupenda de comunicación externa en que la que, por supuesto, hayamos dado un gran peso a la 2.0 si resulta que nuestros empleados quedan al margen. Precisamente porque las posibilidades que ofrece la 2.0 son casi infinitas, es absolutamente clave mantener informados a un público clave: el interno.
La comunicación interna nunca tuvo tanta importancia. No conviene olvidar que todos los empleados son potenciales portavoces, y un empleado mal informado o carente de información es el peor de los portavoces posibles.
Por Juana Pulido, consultora senior.
@JuanaPulido
Foto: Juan Ignacio Garay