¿Hay alguien ahí?

La necesidad de cualquier empresa de ponerse al día en todo aquello que tenga que ver con la Comunicación 2.0 ya no se discute. La afirmación de que si no se tiene presencia en las redes sociales no se existe se ha repetido hasta la saciedad. Y todos aquellos que nos dedicamos profesionalmente al mundo de la Comunicación no nos cansamos de predicar que, si bien esta sentencia es casi siempre cierta, la aparición y permanencia en las redes sociales no pueden gestionarse de cualquier forma. Es más, si no se realizan en condiciones y con una estrategia adecuada a los objetivos, puede ser incluso contraproducente. Aunque desde hace tiempo estoy plenamente convencida de esto último, la semana pasada lo viví en mis propias carnes. Lo explico.

Como se dice el pecado, pero no el pecador, supongamos que me disponía a coger un avión, un autobús, el metro o un tren. En definitiva, a utilizar un servicio que se presta durante las 24 horas del día. Como la salida de mi transporte se retrasaba y no tenía información sobre cuál era el motivo, busqué a la empresa que presta ese servicio en Twitter. La encontré, evidentemente, y lancé la pregunta. Tengo que añadir que eran en torno a las siete y media de la tarde. Cuatro horas después, con ese tiempo de demora, mi medio de transporte salió por fin de su destino. Sin embargo, hasta las nueve de la mañana no recibí respuesta alguna a través de la red. Tarde, muy tarde.

Twitter no es solo hablar, sino también escuchar, responder y debatir. Pero precisamente esa ventaja de la red social como una herramienta de diálogo conlleva una carga de trabajo y un esfuerzo. Si ofrecemos un servicio de 18, 20 o 24 horas, pero sólo atendemos nuestro Twitter durante ocho, nos arriesgamos a dejar sin responder una pregunta urgente. Nos ausentamos de la red durante mucho tiempo, lo que puede implicar a que ignoremos comienzos de diálogo. Cada herramienta ofrece una serie de posibilidades  y el hecho de no usarlas bien o de forma completa puede ser perjudicial para nuestra imagen. La conclusión, por tanto, es clara: ¿Estar o no estar? Para estar mal, mejor no estar.

Por EC. 

@EstComunicacion

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2 Comments
  1. Estupendo comentario. Deyanira

  2. Hola Tamar, comparto 100% con vos!

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