La lista de Google

Los estadounidenses se caracterizan, entre otras muchas cosas, por su interés por analizar y estudiar todo tipo de fenómenos y movimientos sociales. E Internet, que supone una inmensa despensa donde bucear para estudiar el comportamiento humano, no podía ser una excepción.

De hecho, el psicólogo norteamericano Robert Epstein, que dirige el American Institute for Behavioral Research, explicó recientemente al diario El Mundo que el 2,9 por ciento de los votantes en el mundo puede llegar a modificar su intención de voto en función de cómo un buscador de Internet presenta los resultados de las búsquedas en las pantallas de móviles, tabletas u ordenadores.

Si a esto añadimos que, según el propio Epstein, alrededor de un cuarto de los comicios en el mundo se decide por un escaso margen de un 3 por ciento, y que cuando hablamos de Internet Google nos viene a la cabeza de inmediato, comprenderemos que no se trata de un tema precisamente baladí.

No en vano, Google es el buscador elegido en los EE.UU. en el 76% de los casos. Cifra elevada pero que palidece ante registros como el 97,5% en Italia, el 95% en Alemania, el 91% en el Reino Unido o España y el nada desdeñable 82% que alcanza en Francia.

Sin embargo y según ha declarado al mencionado periódico, Google no tiene ningún interés en falsear los resultados de una búsqueda, ya que estos se muestran en función de la relevancia de los contenidos. O sea, que como ocurre en la Prensa tradicional, tanto en papel como en las versiones online, sale más quien tiene una mayor intención de voto por parte de los ciudadanos.

Si Epstein tiene razón, la mayoría de los razonamientos electorales, tamaño de las circunscripciones y su población de electores, proporcionalidad de la Ley D’Hondt o la elección de candidatos mediante listas abiertas o cerradas en unos comicios tendrían poca relevancia frente al orden en el que, por ejemplo, Google presenta los resultados de búsqueda positivos o negativos de cualquier político que se enfrente al escrutinio de las urnas.

A modo de conclusión, mi pregunta es si ¿los expertos en comunicación política deben, a partir de ahora, trabajar mucho sus mitines electorales o dedicarse sencillamente al posicionamiento de sus candidatos en Google?

Fernando Geijo, consultor sénior de Estudio de Comunicación España

@fergeijo

 

 

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