Líneas rojas

Leo en El País que la viuda del hijo mayor de Bernard Madoff, Sthephanie, acaba de publicar un libro titulado ‘El Final de la Normalidad’ en el que narra los dos años desde que se supo el escándalo del conocido como Rey Midas de Wall Street hasta que Mark se suicidó, dejando su cuerpo inerte colgado de una viga de acero en su apartamento de Nueva York.

El hijo mayor de los Madoff siempre defendió su inocencia alegando que no sabía nada de la estafa, versión corroborada por su esposa y eje central de su libro que trata de limpiar su memoria. Incluso, llegó a delatar a su propio padre ante el FBI aclarando que el negocio familiar, para el que siempre había trabajado, era un fraude y una mentira, consciente de que ese gesto llevaría a su progenitor a la cárcel el resto de sus días.

Pero, lejos de ser considerado un héroe por la opinión pública, Mark con solo 46 años y dos hijos pequeños decidió acabar con su vida justo el día en que se cumplían dos años exactos del descubrimiento de la mayor estafa piramidal de la historia valorada en unos 65.000 millones de dólares.

La presión mediática sobre Mark en esos dos años, que su viuda recuerda como un infierno, fue en aumento hasta que finalmente se quitó la vida. El papel de los medios de comunicación estadounidenses en toda esta historia debería hacernos reflexionar acerca de los límites que nunca se deben atravesar a la hora de valorar la presunción de inocencia de alguien ya que, por muy culpable que parezca de antemano, hay ciertas líneas que pueden volverse rojas de verdad al ser traspasadas.

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