Nuevo periodismo, abriendo camino a machetazos

Hace años para hacer periodismo bastaba con una libreta y un boli, una máquina de escribir y, eso sí, una potente rotativa alemana que imprimiera el resultado de tu trabajo ya maquetado en una página de periódico con agradable olor a tinta. Ya no.

La evolución vivida por la profesión, en realidad por el mundo, a lo largo de los últimos lustros hace que el nuevo periodismo, el periodismo de hoy, y sobre todo el que seguirá existiendo mañana, sea algo diferente y bastante alejado no ya de Gutenberg, también de McLuham .

La difusión de un reportaje hoy tiene sólo que ver en parte con la tirada del diario que lo publica y en otra parte de creciente importancia con su lectura online y difusión a través de redes sociales. En consonancia con esa nueva realidad, las estructuras de los diarios más punteros están cambiando e incorporando codo a codo con el periodista a otros profesionales “tecnológicos” encargados de la analítica y el posicionamiento de los contenidos, el editor de Social Media, el community manager, el responsable de innovación

Se podría decir que eso no es más que la adaptación a los tiempos de hoy del antiguo regente del taller, el cajista, el maquinista de rotativa o el montador pero no es en realidad así, hay algo más. Y ese algo más estriba en que esos nuevos profesionales están incorporados al equipo de la redacción, participan en definir y encontrar nuevas vías para llegar a la audiencia, ayudan a localizar temáticas buscadas por el público, a analizar datos que se convierten en información, a definir nuevas narrativas, etc.

Después de tantos años hablando de la agonía del papel y de la angustia de no acabar de encontrar cuál era el camino para salir adelante, todas estas nuevas tendencias del nuevo periodismo, todos esos medialabs surgidos en los grupos y medios más importantes, parecen por fin la respuesta que puede asegurar el futuro. Al final, no se trataba de encontrar un camino perdido en la maleza, sino de tomar conciencia clara de que había que abrirlo a machetazos con mentes afiladas y análisis certeros de qué define la realidad del consumo de contenidos en el siglo XXI.

En el lado de la comunicación corporativa e institucional la respuesta tampoco se puede hacer esperar porque el comunicador, esté en el lado que esté de la profesión, trabaja para sus receptores y ha de adaptarse de manera continua a sus demandas y nuevos usos.

Alberto Mariñas, director de Estudio de Comunicación España.
@amarinas

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