Que las nuevas tecnologías han cambiado nuestros hábitos de vida, es un hecho incuestionable. La forma en la que afrontamos el día a día, tiene cada vez menos puntos en común con cómo lo hacíamos tan sólo hace diez años. El último dato que corrobora esta premisa se apoya en la encuesta elaborada recientemente por la Asociación para Investigación de los Medios de Comunicación (AIMC).
Según este informe, casi la mitad de los usuarios de internet que han contestado a la encuesta (en concreto el 46,2 por ciento) asegura que ya sólo lee la versión electrónica de los periódicos, lo que supone diez puntos más que hace sólo dos años. Por su parte, el consumo diario de periódicos en papel desciende, del 35,2% en 2013 al 28,2% en 2015. Estos datos no son sólo un indicio, sino una clamorosa realidad, de la enorme transformación que se está produciendo en la Comunicación.
El reino del papel parece que toca a su fin. Si continúa esta tendencia -y todo indica que así va a ser- la noticia impresa se irá diluyendo cada vez un poco más hasta situarse en una posición minoritaria, cuando no residual. Se podrá defender que el papel siempre tendrá su mercado porque aún somos muchos los que disfrutamos con el tacto de un periódico o una revista y es cierto. Pero la verdad es que cada día que pasa nos resulta más difícil ver a alguien leyendo el periódico en el autobús, en el metro o simplemente, mientras toma un café en cualquier bar o terraza.
Debemos ser conscientes de que una época ha acabado (o está acabando si no queremos ponernos extremadamente pesimistas) y que la nueva comunicación ha irrumpido para quedarse. Aun no tememos todas las respuestas a cómo se va a desarrollar ésta comunicación, pero lo que es cierto es que debemos adecuarnos a ella, modificar nuestros esquemas y fomentar nuestros pensamientos e ideas en digital sino queremos acabar en la papelera. Porque la prensa ya no tiene cuerpo de tinta y papel sino de ceros y unos.
Por Alejandro de Antonio, consultor sénior de Estudio de Comunicación España.
