Por qué se propagan las fake news a gran velocidad? Un “error” en nuestro razonamiento inductivo es el culpable. Y nos ocurre a todos

Este “fallo” de tipo cognitivo se denomina científicamente “sesgo de confirmación” (o confirmation bias en inglés). Consiste en la tendencia a favorecer, buscar, interpretar y recordar la información que confirma nuestras propias creencias o hipótesis y, a la inversa, a prestar menos atención y dar muchísima menos credibilidad a las alternativas que confrontan nuestras convicciones.

En realidad, se puede considerar que es un error sistemático en nuestro proceso de razonamiento inductivo. La mayoría de nosotros mostramos esta tendencia cuando buscamos proactivamente información de manera selectiva (como cuando nos informamos a través de aquellos medios de comunicación que confirman lo que ya creemos) o cuando interpretamos las cosas de manera sesgada (y alcanzamos las conclusiones que nos interesan, porque refuerzan las opiniones que ya tenemos formadas).

Este efecto es aún más fuerte cuando la información que nos llega es de tipo emocional, porque afecta a nuestras creencias más profundas, aquellas que tenemos más enraizadas. En este caso, la polaridad que se nos genera es aún más potente y nuestra actitud de aceptación o rechazo es más radical.

No creo que ningún adulto sea capaz de recibir una determinada información de manera totalmente objetiva. A lo largo de los años, vamos creando nuestra propia visión del mundo en función de múltiples factores, como la familia, el entorno, nuestra experiencia personal, las experiencias de los que nos rodean… Lo que sí podemos hacer es hacernos conscientes de que el sesgo de confirmación nos afecta de manera inconsciente e intentar adoptar una actitud más abierta hacia aquella información que, a priori, rechazamos de manera sistemática.

Pero, ¿Cómo se relaciona el sesgo de confirmación con la propagación de las fake news?

Pongamos que una persona publica un tuit con información falsa, independientemente de que lo haya hecho a propósito o no. Puede que ese usuario tenga muy pocos seguidores, pero su tuit falso puede hacerse muy viral en poco tiempo si, cuando lo publica, ocurren una de estas dos cosas: que uno de sus seguidores tiene a su vez una gran red de seguidores (y probablemente confía en su opinión y por eso es seguidor), o que el tuit contiene un hashtag de gran actualidad o visibilidad que permite a otros usuarios acceder a él con gran facilidad.

Pero de ahí a hacerse viral sigue habiendo un gran paso. Y ese paso se produce precisamente por el fenómeno del sesgo de confirmación que comentábamos. Muchos usuarios que accedan al tuit falso tenderán a retuitearlo sin pensar demasiado porque, inconscientemente, eligen creer completamente en el contenido (pues confirma sus creencias y opiniones ya forjadas). Cuando ocurre este fenómeno, no se está juzgando la información de manera crítica, sino que se está aceptando el contenido como verdadero de manera instintiva.

Tampoco hay que olvidar que nuestra experiencia en las redes sociales está basada en algoritmos que eligen por nosotros los contenidos que nos pueden interesar (y enganchar a la red) en base a nuestro historial de búsquedas y muchos otros parámetros. Estos algoritmos producen lo que se denomina “Filter Bubbles” o “Filtros Burbuja”, es decir, que orientan lo que aparece en nuestro feed y, aunque nos pueda parecer un poco chocante, “dirigen” nuestra experiencia y, por tanto, nuestra opinión.

Este fenómeno refuerza aún más la propagación del tuit falso del que hablábamos antes, porque es muy probable que aparezca en el feed de muchos de aquellos usuarios que están predispuestos a aceptar su veracidad y que sea retuiteado por ellos debido al ya conocido efecto de sesgo de confirmación.

Una vez que nos hemos dado cuenta de que ocurre todo esto, cabe preguntarse: ¿podemos escapar de este fenómeno y contribuir a mitigar la proliferación de noticias falsas? En parte sí y en parte no, porque entra en juego nuestro inconsciente. El hecho de saber que se produce debería ponernos en guardia a la hora de decidir compartir un contenido, pero, como decía antes, es difícil pensar que alguien pueda recibir una información de manera completamente objetiva. En mi opinión, es muy probable que el fenómeno de las fake news nos siga acompañando y que incluso se siga acrecentando, a pesar de las diferentes fórmulas de detección que existen, porque está basado en un comportamiento humano profundamente arraigado en todos nosotros y casi imposible de suprimir.

¿Por qué se propagan las fake news a gran velocidad? Un “error” en nuestro razonamiento inductivo es el culpable. Y nos ocurre a todos

 

Autor:

Mercedes Ulloa, Consultora en Estudio de Comunicación.

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