España ha vivido autentica tormenta de mensajes preelectorales o electorales. Y acabamos de empezar porque antes de fin de año habrá nuevas elecciones. La convulsa situación que viven, para bien o para mal, los partidos políticos, potencian, más si cabe, expresiones, slogan, o comentarios que la mayoría de las veces no tienen desperdicio. Los líderes políticos han cargado tintas y se han lanzado in extremis a la calle a la búsqueda del voto propio, o con la clara intención de desprestigiar al contrario. “Quiero ser candidato, confíen en mí, les ira bien” dijo Rajoy en un desayuno informativo, “Soñamos, pero nos tomamos muy en serio nuestros sueños” apuntaba el líder de Podemos, Pablo Iglesias, “Menuda campaña te espera, bonita” dijo Soraya Sáenz de Santamaría a la entonces Presidenta y candidata a la Junta de Andalucía, Susana Díaz. Y Pedro Sánchez, líder de los Socialistas afirmó: “Me iría a tomar una caña con Soraya antes que con Rajoy”.
Manuel Conthe; en su libro Pensar con Arte, Historia que el Zorro le contó al Erizo dice que no le parece bien “La tendencia de los políticos y medios de comunicación a hablar a los ciudadanos de forma edulcorada, sin ponerles delante el espejo que muestre sus errores, incongruencias o los problemas en ciernes”. No será fácil que eso cambie, y no veo yo a los políticos diciendo a sus electores cosas muy diferentes a las que quieren escuchar. Pero desde la óptica de la comunicación y analizados los resultados electorales, no estaría mal que muchos reflexionen sobre el lenguaje empleado, la rentabilidad del ataque por el ataque al adversario y el escaso planteamiento de soluciones a los problemas. Y, lo que esta claro, es que las palabras en España hoy suenan mas creíbles cuando las dice un portavoz “nuevo”, que cuando las repiten los políticos de toda la vida.
Por María Reventós, Consultora Sénior de Estudio de Comunicación. España