SALUD: La ética del medicamento

La sanidad no es un sector económico normal, a pesar de que la factura total en medicamentos en España se sitúa en torno a los 13.000 millones de euros anuales. Además de un negocio, la salud es, junto con el dinero y el amor, el primero de los tres anhelos a los que todo el mundo aspira en esta vida como elixir de la felicidad, como ya glosaba la célebre canción interpretada por Los Tres Sudamericanos.

Pero más allá del valor económico que hay detrás de la puesta en el mercado de un nuevo medicamento se encuentran las prácticas de la industria farmacéutica, muchas veces en el ojo del huracán, para promocionarlo entre los facultativos prescriptores.

Consciente de lo anterior, la patronal del sector en España, Farmaindustria, ya puso en marcha hace unos años la denominada Unidad de Supervisión Deontológica (USD) encargada de elaborar, actualizar y vigilar el cumplimiento del código ético, un exigente catálogo de normas de obligado cumplimiento que vela por las buenas prácticas en la relación entre laboratorios y médicos.

La nueva edición del mismo, que entrará en vigor el 1 de enero, supone una nueva vuelta de tuerca para los laboratorios asociados a la patronal y aquellos que voluntariamente han decidido adherirse a este código, un total de 217, lo que supone el 95% de los que operan en España.

Entre las principales novedades que recoge el código se encuentra la prohibición de permitir la presencia de acompañantes en las reuniones científicas, aunque se paguen sus propios gastos, así como que en los congresos médicos el contenido científico sea de, al menos, un 60% del tiempo total de cada jornada.

Avances todos ellos necesarios, aunque GlaxoSmithKline ha ido más allá y ha decidido coger el toro por los cuernos al dejar de pagar a los médicos para que promocionen sus productos en conferencias, sufragar los viajes de profesionales sanitarios para asistir a congresos y cancelar los incentivos de ventas a sus visitadores médicos.

Todo un ejemplo para un sector muy regulado y vilipendiado que arrastra un secular déficit de imagen, sufre recurrentes recortes en el precio de los medicamentos y que tiene grandes dificultades a la hora de comunicar a los ciudadanos la destacada labor que realiza en pos de la calidad de vida de los ciudadanos.

 

Por Fernando Geijo, consultor sénior de Estudio de Comunicación España.

@fergeijo

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