Si no se conoce, no existe
Durante muchos años acudí a la espléndida y cuidadísima pero pequeña Iglesia del Convento de Las Trinitarias Descalzas de Madrid. Un día, sin saber de su existencia, entré por casualidad. Se estaba celebrando una misa: no más de diez monjas de clausura, ocultas desde el coro, cantaban afinadas. Aquello me gustó muchísimo. Muchas razones me […]