Creo que es bueno contar en la vida con una de cal y otra de arena. Nos da perspectiva. Y por eso escribo ahora este post.
No hace mucho ensalzaba las bondades de Twitter y el poder de las redes sociales. No puedo hacer otra cosa que reafirmarme en lo dicho pues, si ahora consideramos que Twitter es el patio de recreo de la comunicación, un lugar en el que debemos estar vigilantes si no queremos que más de uno nos arranque las uñas; no pasará mucho tiempo hasta que nos demos cuenta de que la información en Internet supondrá el patio de entrada y la fachada de nuestra casa. Y el resto del mundo nos conocerá por ella.
Pero quiero hacer un alto en mi camino de la comunicación 2.0. porque hoy ha sido el día en que, reflexionando a viva voz, me he dado cuenta de que ya no hablo. No converso, como hacía antes, con colegas de profesión ni amigos. En vez de eso, nos tuiteamos las novedades en breves mensajes; colgamos en nuestros perfiles las últimas noticias y proyectamos cual altavoz todo lo que nos es de interés mediante nuestra Red de contactos. Incluso, para que conste por escrito, mandamos un correo electrónico a quien tenemos codo con codo, mesa con mesa.
Hoy, y espero que también mañana, me voy a dedicar a coger el teléfono y voy a contarle banalidades, si es necesario, a quien su voz se me ha quedado extraña. Pero, sobre todo, voy a levantarme de la mesa y acercarme a decirle a quien tengo al lado eso tan importante que me cuesta menos escribir y dar a “Enviar”. Porque la comunicación presencial y la palabra hablada también importa y aporta más información y valor añadido al mensaje. Y en comunicación empresarial no debemos olvidar que la Red es un nuevo canal, pero que no es el único y no puede sustituir a los demás. Todos son complementarios.
Por Tamar Salazar, consultora senior.
@TamarSalazar
Foto: MGM_Photos
