Desde su creación, Internet ha destacado por ser una red abierta e igualitaria para los usuarios y así lo he creído siempre. Es más, la Red constituye una herramienta de democratización en la medida en que permite participar a personas que, de otra forma, no tendrían voz. Y en esa medida, la Internet no ha dejado de sufrir ataques a su misma esencia de libertad e igualdad, ya sea desde el ámbito político, por regímenes de democracia dudosa; como desde el económico, por grandes empresas tecnológicas y ciertos organismos que han mostrado su intención de crear el Internet de dos velocidades.
El asunto vuelve a entrar a debate, por la discutible propuesta realizada por la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos que se ha encontrado con la oposición frontal del mismísimo presidente de Estados Unidos, respaldado, a su vez, por cuatro millones de americanos que, a través de sus firmas, han expresado su rechazo a un Internet de ricos y un Internet de pobres. Obama ha propuesto un conjunto de regulaciones para preservar la igualdad y evitar las prácticas discriminatorias contra los usuarios: ningún proveedor podrá bloquear el acceso de un usuario ni ralentizar su velocidad; más transparencia sobre la conexión entre proveedores y usuarios; y la ausencia de usuarios privilegiados.
En definitiva, se trata de que todos podamos comunicar lo que queremos y llegar a quienes deseemos y para ello, no sólo el soporte es básico, tener una estrategia de comunicación –tanto como sujeto como empresa-es fundamental.
Por Cristina Rubio, consultora sénior de Estudio de Comunicación España.